El Éxodo Jujeño - Belgranianos Nº1

 Prof. María Elena Speroni

En el calendario belgraniano del mes de agosto encontramos varios hechos significativos, pero consideramos que el suceso más relevante del mismo es el heroico Éxodo que emprendió el pueblo jujeño, a instancias del General Manuel Belgrano, el 23 de agosto de 1812.

Para referirnos a ello debemos remontarnos a la celebración del 25 de mayo en la ciudad de Jujuy, donde Belgrano presentó la bandera al pueblo mientras les manifestaba: “...esta será el enseña que os distinguirá a las naciones del globo...” y la hacía jurar y bendecir.

Sólo dos días después se producía la masacre de las Heroínas de la Coronilla. La tenaz resistencia de Cochabamba había terminado y los realistas encontraban abierto el camino hacia el sur. Hacia fines de julio, las fuerzas realistas con más de tres mil hombres comenzaban su marcha a las órdenes de Pío Tristán y amenazaban a la ciudad de Suipacha.

Belgrano tomó conocimiento de los hechos casi un mes después, el 22 de junio, por los informes que le llevaban muchos fugitivos. Sus fuerzas se componían de unos mil trescientos hombres, mal equipados, sin el adecuado entrenamiento, con gran cantidad de enfermos y con la moral baja por las recientes derrotas.

No estaba en condiciones de enfrentarse con un enemigo tan superior. El 29 de julio se dirigió al pueblo con un electrizante mensaje:

“...Pueblos de la Provincia de Salta: 

Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, en que se halla interesado el Excelentísimo Gobierno de las Provincias Unidas de la República del Río de la Plata, os he hablado con verdad.

Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean  ultrajados y volváis a la esclavitud.

Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres, trayéndonos las armas de chispa, blancas y municiones que tengáis o podáis adquirir, y dando parte a la Justicia de los que las tuvieren y permanecieren indiferentes a vista del riesgo que os amenaza de perder no solo vuestros derechos, sino las propiedades que tenéis.

Hacendados: apresuraos a sacar vuestros ganados vacunos, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras Estancias, y al mismo tiempo vuestros chasquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarándolos además si no lo hicieseis por traidores a la patria.

Labradores: asegurad vuestras cosechas extrayéndolas para dicho punto, en la inteligencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos.

Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirnos e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, y además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, y a quien pertenezcan.

Entended todos, que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliente estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con solo la deposición de dos testigos.

Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieren prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen.

No espero que haya uno solo que me dé lugar para poner en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intensiones.

Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje cumplir cuanto dejo dispuesto..."

No había otra alternativa. Belgrano cumplía la instrucciones del Gobierno, reunir todas sus fuerzas y replegarse hacia Córdoba abandonando Jujuy, Salta y Tucumán. Sin embargo, Belgrano decidió impedir al enemigo el aprovisionamiento y no dejarle más que tierra arrasada.

Era el Éxodo, aunque por entonces no se lo conocía con ese nombre. Recién en 1877, como nos cuenta Manuel Omar Armas, recibiría ese término en la obra “Jujui, Apuntes de su Historia Civil”, del historiador Joaquín Carrillo.

Al día siguiente se reunió el Cabildo de Jujuy en forma urgente y a través de un documento redactado por su asesor general, Teodoro Sánchez de Bustamante (texto hoy perdido), se dirigió al Gral. Belgrano pidiendo la atenuación del Bando.

Indicaba que sería de difícil cumplimiento para los enfermos, inválidos, niños y mujeres. En el mismo, el síndico procurador D. Manuel Lanfranco, proponía como alternativa que los comerciantes entregaranlos derechos de circulación como contribución para auxiliar al ejército.

Belgrano contestó con energía: 

"...No busco plata con mis providencias, sino el bien de la patria, el de ustedes mismos, el del pueblo que represento, su seguridad que me está confiada, y el decoro del Gobierno. Ayúdenme, tomen conmigo un empeño tan digno por la libertad de la causa sagrada de la patria, eleven los espíritus, que sin que sea una fanfarronada, el tirano morderá el polvo con todos sus satélites..."

El 31 de julio, el Teniente Gobernador de Salta, se presentaba ante el Gral. con una posición ambigua. Por un lado, le ofrecía su cooperación para ejecutar la orden, pero al mismo tiempo, le reclamaba por la rigurosidad del Bando y planteaba obstáculos a su cumplimiento.

El 1 de agosto, Belgrano le escribía: 

“...Contesto al de V. E. de 31 del pasado, que mi Bando se ha de cumplir con la mayor exactitud posible; yo no oigo los clamores de los particulares, sino el bien general de la Patria y éste es el que me ha obligado a dictarlo: el amor patriótico debe hacer callar los lamentos y vencer los imposibles mismos. Mis medidas están tomadas y ellas se han de llevar a cabo sin réplica ni excusa; los que no quieren padecer esos perjuicios, anímense a defender la Provincia, exciten ese espíritu público, que han tenido apagado aún en sus pobres compatriotas, y hagan esfuerzos dignos de verdaderos americanos, y no por conservar unos tristes ganados que serían para el enemigo si entrase, permanezcan de fríos espectadores de las desgracias de la patria...”

En su actividad incansable preparaba la retirada de los civiles, supervisaba la fabricación del tan necesario armamento pesado y se encargaba del reclutamiento y alistamiento de los voluntariosos jóvenes que se sumaban a las fuerzas patrias.

Escribía al gobierno informando la formación del cuerpo de caballería de Los Decididos y en el mismo parte agregaba:

“...Cuando no se haya conseguido más con la expresada proclama que poner en movimiento a estas gentes, hemos hecho cuanto hay que hacer, pero todavía presenta la ventaja de que si el enemigo la sabe verá que no se halla con los recursos que esperaba tener poniendo el pie en esta provincia, que está llena de efectos y que podrían costear su expedición con mucha utilidad y se retraerá de exponerse a riesgos sin provecho...”

El 12 de agosto escriben al General Belgrano desde Buenos Aires, a instancias del delegado en Jujuy del Consulado de Comercio, que había enviado informes de la situación planteada solicitando la intervención del cuerpo. Sólo dos días después el Gobierno se hace eco del pedido el 14 y desaprueba al General ordenándole modificaciones. 

El 21 de agosto era inminente la llegada del ejército realista a Humahuaca. Allí estaba estacionada la vanguardia del ejército patriota que buscaba hostigar a los realistas del Alto Perú para distraer sus fuerzas y dar algún grado de ayuda a los valientes que se mantenían en Cochabamba, Potosí y Suipacha.

Belgrano tomó dos decisiones de gran importancia: ordenó la voladura de la fortificación y a las 9 de la noche se detonaron las cargas colocadas en las torres de los bastiones. Además, organizó la marcha del ejército. Días Vélez debía replegarse hasta Jujuy para constituir la retaguardia en su paso hacia Tucumán. Ya no podían volver atrás.

Al día siguiente, se fijó un nuevo bando ordenando al Cabildo de Jujuy trasladar a Tucumán todos sus archivos.

“...En la ciudad de San Salvado de Jujuy a veintidós días del mes de agosto de 1812...Estando juntos y congregados en esta Sala Capitular de su Ayuntamiento a tratar y conferir sobre el bien particular, presentó el Señor Alcalde de 1o voto un oficio con fecha 20 del corriente y otro a 22 del mismo fijados por el Sr. Teniente Gobernador de esta ciudad en los que ordena que a la mayor brevedad se extraigan de este Cabildo todos los papeles y documentos de su archivo, entregándose al Comisionado nombrado por el Gobierno, se traslade a la ciudad del Tucumán asociado de uno de los Regidores de este cuerpo y haciendo  responsable a dicho Sr. Alcalde en caso de que no se verifique con lo dispuesto en dichos oficios...”

Hasta ese día trabajaría la maestranza, haciendo los primeros cañones y obuses con el aporte del Barón de Holmberg que había llegado recientemente. Pero al día siguiente, el 23, se ordenaría la partida y se destruyeron los hornillos para evitar que fueran capturados por el enemigo.

En efecto, las fuerzas realistas estaban prácticamente encima de los jujeños y de las fuerzas de Belgrano. La retirada debió llevarse a cabo sin demora.

Cuando el General, acompañado por el Canónigo Gorriti y sus oficiales dejaban la ciudad, ya se sentían las descargas de fusilería por las refriegas que se libraban al norte de la ciudad.

En ese mismo día, que quedará grabado en la historia como la fecha en que comenzó el histórico Éxodo, Belgrano respondió al Gobierno el mensaje que le enviara el 14 de agosto.

Ya era tarde para modificar sus órdenes y así se lo hizo saber:

“...Excelentísimo señor:

En este momento recibo el oficio de V. E. fecha 14 del corriente que parece ha venido con alas, lo que no me ha sucedido con ningún otro, y habiendo salido ya los sujetos que pueden servirnos de rehenes, y muchos de los efectos que existían aquí, no me queda más lugar para poder cumplir con las órdenes de V. E. respecto de ellos, a menos que no les de licencia para regresar luego que los encuentre, o en cualquier tiempo que V. E. lo determine después de oírme.

V. E. me dice en su oficio de 27 de febrero que la patria es preferible á las lágrimas de los que quedan infelices por las medidas que se tomen por la mejor seguridad de las armas, y que el enemigo no pase a ulteriores movimientos que le hagan dueño de posiciones de preferencia.

En la instrucción reservada sin fecha, pero que me pasó acompañada de oficios de igual dato, me dice que destruya cuanto pueda ser útil al enemigo para dificultar sus marchas y recursos; bajo estos principios he procedido a dictar todas aquellas providencias que he creído debían llenar las intenciones de V. E., y a mi entender las que parecen muy propias en nuestras actuales circunstancias.

He franqueado a los comerciantes todos los auxilios que he podido para retirar sus haciendas, y aunque les dije que quemaría todo lo que quedase, fue ad terrorem para obligarlos a sacarlas.

¿Sería, señor excelentísimo, poco recurso para el enemigo ingente cantidad de fierro que existía aquí, el plomo, los efectos mercantiles en la mayor abundancia? ¿Lo sería las mulas, los caballos, los ganados? El dolor es, según mi concepto, que no se haya podido arrastrar con todo, y V. E. puede creer que es una de las miras del enemigo, al adelantarse a esta provincia, el proveerse de esos renglones de que carece. 

En cuanto a las personas que he mandado salir, no me ha llevado otro objeto que el tener rehenes para que los enemigos ni hagan mal a las familias adictas que se quedan, ni las contrarias, de temor, cooperen en nuestro perjuicio; todas estas medidas no las han llevado a mal, según yo veo, los amantes a la patria, y los que no lo son, tan enemigos serán con ellas como no habiéndolas tomado, y estoy cierto que, por lo que hace a los europeos que han salido y muchos de los paisanos, lo son tanto como los que nos persiguen...”

Esta coplita, transmitida a través de las generaciones, nos

muestra el pesar del pueblo al dejar atrás sus hogares.

“...Adiós Jujuycito adiós, me voy, te dejo llorando,

la despedida es muy triste, la vuelta quien sabe cuando...”

La marcha no fue menos heroica que la partida. El enemigo acosaba constantemente a las fuerzas patrias que cubrían la retaguardia. La caravana tomó el camino de las postas y en tan sólo cinco días debieron recorrieron 250 kilómetros 

Hubo un fallido intento para recuperar la ciudad el 9 de octubre de 1812, por una unidad de ochenta hombres al mando del capitán Cornelio Zelaya.

El regreso a Jujuy se produjo luego de la Batalla de Salta.

El 21 de marzo de 1813, luego de derrotar a las escasas fuerzas realistas que resistían en la ciudad, los patriotas entraron triunfantes en ella. El Gral. Belgrano se dirigió entonces al Cabildo, encontró el libro de actas que habían dejado los realistas y escribió a su comienzo: "Aquí comienza el Cabildo del tiempo de los tiranos"

Luego, donde concluían las escasos registros de los actos realizados durante la ocupación, agregó: “Aquí concluye el Cabildo establecido por la tiranía, que fue repulsada, arrojada, aniquilada y destruida con la célebre y memorable victoria que obtuvieron las armas de la Patria el 20 de febrero de 1813,siendo el primer soldado de ellas. Manuel Belgrano".

Ricardo Rojas, quien retoma la idea del Éxodo en su obra “Archivo Capitular de Jujuy”, señala que este acto de Belgrano cerraba el círculo que había comenzado el 23 de agosto de 1812.

Por ese motivo, todos los 21 de marzo se celebra en Jujuy el ”Día de la Reconquista”.

Con esta breve cronología de los principales sucesos del Éxodo, quisimos rendir homenaje al valeroso pueblo jujeño y al Padre de la Patria, General Manuel Belgrano■

Bibliografía:

Belgrano Mario, “Historia de Belgrano”, Instituto Nacional Belgraniano, 1996.

Armas Manuel, “El Éxodo, los Éxodos entre mitos y realidades”, Colegio de Profesores de Historia de Jujuy.

Armas Manuel, “El Regreso a Jujuy después del Éxodo”, Colegio de Profesores de Historia de Jujuy.

Bidondo, E. A., “El tiempo del Éxodo Jujeño en “Anales No4”, Instituto Nacional Belgraniano, 1996.

Carrillo Joaquín, “Jujui, Apuntes de su Historia Civil”, 1877.

Davio, Marisa, “Entre Jujuy y Ayohuma: MB y el Ejercito Auxiliar del Perú (1812-13) Arengas y Bandos” en “III Congreso Nacional Belgraniano. Belgrano Siglo XXI”, Inst. Nac. Belgraniano, 2010.

Luzuriaga, Anibal, “El Éxodo Jujeño” en “Anales No11”, Instituto Nacional Belgraniano, 2004.

Rojas Ricardo, “Archivo Capitular de Jujuy”, Ed. Coni, 1944.


Publicado en "Revista Belgranianos" Año 1, Nº 1, Agosto de 2020, ISSN: 2718-6385

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