El Grl. Manuel Belgrano y la devoción a la Virgen de la Merced en Tucumán - Belgranianos Nº2

Lic. Gigliola Petrelli

 La orden de los mercedarios se encuentra presente en la ciudad de San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión desde su fundación, el 31 de mayo de 1565 por el Capitán Diego de Villarroel, en el lugar nombrado por los naturales como Ibatín, al sur de la provincia. Por una serie de factores, las autoridades deciden trasladar la ciudad, el 24 de septiembre de 1685, día de Nuestra Señora de las Mercedes, quien encabeza la procesión hacia su actual emplazamiento, conocido como La Toma. Allí, el 30 de septiembre de 1687, el Cabildo en gratitud a los favores recibidos por Nuestra Señora de las Mercedes, la nombra Abogada de la Ciudad y se obliga a hacer todos los años su festividad y novenario.

   Ya en tiempos de la independencia, los mercedarios contribuyeron a la causa patriótica cediendo sus claustros para alojar a los ejércitos de la Patria y su templo para rogar, en 1807, por el éxito de nuestras armas ante las invasiones inglesas en Buenos Aires y  en 1812, por el triunfo de la Batalla de Tucumán. 

   Estando en esa  provincia, los sentimientos profundamente patrióticos de Belgrano lo impulsaron a desobedecer la orden de Buenos Aires -de replegarse con su ejército hasta Córdoba- y quedarse a presentar batalla. Esos sentimientos, unidos a los profundamente religiosos, lo llevaron, la noche del 23 de septiembre, a dirigirse al templo de la Merced donde, dice la tradición, “entró, se arrodilló y, como el pueblo, también oró delante de la Virgen de las Mercedes”

   Su religiosidad se puso de manifiesto al confiar la suerte de la batalla a la Virgen  de la Merced,  en el día de su festividad, el 24 de septiembre de 1812, cuando horas antes de la acción -como un acto de fe-, le escribe al gobierno de Buenos Aires diciendo que la: 

“¡…Santísima Virgen de las Mercedes a quien he encomendado la suerte del ejército… es la que ha de arrancar a los enemigos la victoria!”.
Es así que, durante la batalla, sucedieron fenómenos que se le atribuyen a la Virgen de la Merced como ayuda providencial. El más conocido, calificado por Lizondo Borda como “sobrenatural”, consiste en la aparición de una tupida manga de langostas que haciendo fuertes y secos impactos en pechos y caras de los combatientes, los hacía sentirse ‘heridos de bala’, según expresa José María Paz en sus memorias.

   Habiendo logrado el importante triunfo de la Batalla de Tucumán -que salvó la causa de la revolución de mayo y contribuyó a la independencia de América, al decir de Mitre.     

   Además de conservar el actual norte argentino- el Grl. Belgrano escribe a Buenos Aires diciendo que “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenidos sus armas en día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos…”.  

    En agradecimiento a Su intercesión, el Grl. Belgrano ordena los solemnes festejos de tres días de iluminación, novenario, función y la construcción de un templo –Parroquia de la Victoria del nuevo Curato, que no se concretó-, en el Campo de Honor, que sirva de trofeo y perpetuo recuerdo de la victoria conseguida en ese lugar por la intercesión de Nuestra Señora. 

   Realiza el día 28 de octubre, la procesión en honor a la redentora de cautivos, -suspendida el día de su festividad por el suceso de la batalla-. El Grl. Manuel Belgrano pide que se lleve en andas la imagen chica de la Virgen de la Merced al Campo del Honor y en agradecimiento por el triunfo obtenido, en un acto muy emotivo, le hace entrega de su bastón de mando y la nombra “Generala del Ejército”.

   Sería, quizás, para este día -según cuenta el padre Joaquín Tula, impulsor de la coronación de la Virgen de la Merced en 1912- que el Grl. Belgrano había mandado a hacer una bandera de uso religioso, para ofrendársela a la Virgen de la Merced, á raíz de la batalla de septiembre, haciéndola jurar por las tropas en el mes de octubre, conocida como Bandera de la Virgen Generala, la cual se exhibía en la única torre del templo cada 24 de septiembre, la cual “era de tamaño natural, de seda o raso, de color celeste, con una cruz de color verdinegro, de cuyos brazos caen pendientes los escapularios de Nuestra Señora de las Mercedes, y toda ella orlada con anchos gajos de laurel a manera de corona simbólica”. En ella convergían sus sentimientos de amor a la Patria y de devoción hacia la Virgen redentora de cautivos. 

También remitió dos banderas y dos estandartes -trofeo de guerra- al Templo de la Merced de Buenos Aires. 
   Antes de partir a Salta hace entrega de escapularios de la Virgen de la Merced a los soldados en el atrio del templo de dicha advocación, a modo de protección. 

   Con todo ello, el Grl. Belgrano había sembrado en el pueblo un profundo espíritu religioso hacia la causa de la independencia, que se vio de manifiesto cuando las autoridades de Tucumán le solicitaron al obispado de Salta que se declarase, a la Virgen de la Merced como Patrona Menos Principal.
   Sus gestos de gratitud hacia la Virgen Generala continuaron. 

   Al haber triunfado en la Batalla de Salta, envió a Tucumán, una de las dos banderas capturadas a los realistas, la cual todavía se conserva en el templo, junto a otra bandera, trofeo de guerra de la Batalla de Humahuaca, de 1817. También se acuñaron medallas en gratitud a la Virgen. 

   En el reglamento que redacta el Gral. Belgrano para las escuelas que debían dotarse con los $40.000 pesos oro, que recibe como premio por los triunfos en las batallas de Tucumán y Salta, en su artículo 9 establece que al concluir los alumnos “la escuela por la tarde rezarán las letanías a la Virgen, teniendo por Patrona a Nuestra señora de Mercedes. El sábado a la tarde le rezarán un tercio del rosario”.
   
   A lo largo de la gesta independentista, el Grl. Belgrano supo insuflar, tanto a los soldados como a la oficialidad, la devoción hacia la Virgen de la Meced. Así lo demuestran numerosos documentos oficiales. Uno de ellos, es la carta que le escribe al Grl. San Martín, meses después de haberle entregado el mando del ejército, en la cual le recomienda 
“…que conserve la bandera que le dejé:… que no deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes, nombrándola siempre nuestra Generala, y no olvide los escapularios a la tropa…”.
   En 1816, el Soberano Congreso, luego de declarar la Independencia, institucionaliza una Bandera Nacional y designa al Grl. Belgrano, nuevamente, como Jefe del Ejército, quien ordena que la antigua bandera que sirvió a la Patria, a través de un acto ceremonial, sea conducida en procesión desde su casa hacia el templo de la Merced, el 24 de septiembre de ese año, para   dejarla depositada a los pies de la Virgen Generala, como ofrenda por los favores recibidos.

   Esta imagen chica, que se encuentra en la actual Basílica Menor de Nuestra Señora de las Mercedes de Tucumán fue coronada, en nombre del Papa San Pío X, en 1912, al cumplirse el centenario de la Batalla de Tucumán. Y el día 22 de junio de 1943, el Presidente de la República, General Pedro P. Ramírez, decretó que sea reconocida con el grado de Generala  del Ejército Argentino.

   También es de destacar que el Camarín que conserva la histórica imagen -y el bastón de mando de marfil con empuñadura de oro que enviara Joaquín Belgrano a pedido de su hermano- es Monumento Histórico Nacional desde el 5 de agosto de 1957. Y, la Parroquia y Santuario de Nuestra Señora de la Merced es Lugar Histórico Nacional desde el 28 de octubre de 1998. 

   Por todo lo expuesto, es justo recordar las palabras del Grl. Paz en sus Memorias cuando dice “que la devoción de Nuestra Señora de las Mercedes ya antes muy generalizada, había subido al más alto grado con el suceso del 24 de septiembre de 1812”. 

   Desde entonces, todos los años, para esa fecha se le rinde homenaje. Actualmente se realiza un acto de carácter cívico, religioso y militar en la Plaza Belgrano, como lugar de referencia de la Batalla de Tucumán. Luego del mismo, se inicia una procesión multitudinaria que finaliza con una solemne misa en Plaza Independencia■

Bibliografía:
Archivo Histórico de Tucumán.
Ávila, Julio P., La ciudad arribeña (Tucumán, 1810-1816. Reconstrucción histórica), San Miguel de Tucumán, U.N.T., 1920.
Bekier, Jorge, Recuerdos históricos vinculados con M. Belgrano en S. M. de Tucumán, U.N.T.
Borda, Lizondo, Sobre la batalla de Tucumán, Tucumán, U.N.T., 1972.
Petrelli, Gigliola, “Belgrano y la Virgen de la Merced”. III Congreso Nacional Belgraniano, Belgrano Siglo XXI. Inst. Nac. Bel. 2016.
Petrelli, Gigliola, “Traslado de San Miguel al sitio de La Toma. 330 años”, I Jornadas Regionales “Ciudades Fundacionales. Tucumán”. 2015.

Publicado en "Revista Belgranianos" Año 1, Nº 2, Septiembre de 2020, ISSN: 2718-6385

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